16.9.12

Entre labios y labios el tiempo se nos derrite
Las palabras sobran,
y entonces, yo necesito esforzarme por escribir algo de esto..
Sin saber exactamente que efecto tendrá el trazo,
sobre nuestros huesos.

 Miro atrás y leo "nos".
Miro hacia adelante, y te veo a mi lado,
y mi boca se anima,
 suspira, "siempre".

 Aún cuando no estés y mutes
y ya no seas lo misma.
Este momento en el que me amas,
este segundo en el que te estoy amando,
 te lo juro, mi amor,
"siempre" será: nuestro.

 Que cosa graciosa sos ante mi piel,
que extraña curiosidad encuentran mis sentidos,
no entiendo.. no te entiendo nada de nada.
Solo entiendo que me capturas,
y que juego a encontrarte defectos,
 juego a localizarte manchada (in maculada)
por que siempre me han gustado los juegos difíciles.

Quisiera hallarte llena de manchas,
para amarte más, para amarte toda,
para amarte el cuerpo entero,
arañado, cicatrizado, reconstruido,
cosido a garras así como el mío.

Quisiera pero me cuesta,
y me sorprendo alegre,
al hallarte estrías en los muslos.
Porque ahí me quedo,
y ya no se me ocurre más nada.
Porque lo único que puedo reprocharte,
es que me amas demasiado..
demasiado bien.

9.9.12

Le temo a la calma. Le temo a la plenitud, a la tranquilidad mediocre, al cese del miedo, y la energía, y la presión. Le temo al final del camino. Porque lo que yo quiero, es caminar. Le temo al amor que me abraza, o es acaso al dolor que me seduce? Le temo a la sonrisa que me comprende, a la mirada que me nutre, a las manos que me alcanzan. Le temo a ser amada, correspondida, atendida, derrochada. Le temo a la chorreadez del temor, al miedo que es líquido y recorre mi espalda. Le temo a la vida con poca muerte. A la muerte sin vida. Al final del dolor. Me temo a mi misma.
La mejor forma de perderle el miedo a la fiera.. Es cayendo en sus garras. Realizando-te, ni la fiera puede matarte. Pueden rechazarte, romperte el alma, pueden ignorarte, insultarte, humillarte, negarte lo más humano.. de una mirada. Pero no van a matarte, te lo prometo mi hermano.. Hasta cuando te maten no te van a matar. Yo vengo de ahí, y podes creerme, hasta la fiera más terrible, todas las fieras, de todas las tierras, reciben su poder de la misma máquina. Que es tu miedo, tu terror. Para matar la fiera basta con que pares de temerle. Y para detener el temor a la fiera, basta con que dejes que la fiera te atrape.