23.3.12

En las películas no suele pasar algo que en la vida real si, algunas veces una persona habla y su audiencia sabe que aquello que está sosteniendo en sus palabras con alteza mediocre (alteza mediocre, calor helado, verdadera mentira), no es más que un puñado de hipocresía asquerosa.
Y entonces pareciera que uno, uno testigo, uno audiencia, quisiera incorporarse y cerrarle la boca.

Eh ahí quizá la delgada línea entre ser testigo y protagonista, tomar palabra, hablar! y decir, y escuchar, realmente escuchar lo que se oye allí detrás. Escuchar.

Si alguien me escucha, quizá escribir cobré sentido. Quizás hablar no sea sencillamente jugar con el sonido a hacer discursos de oro. No quiero ningún discurso de oro, quiero escuchar, y ser leída.

Y si entonces estoy más sujeta a quien me oiga de lo que independiente algunos se querrían, pues bien entonces. Estoy sujeta a vos, que me estás leyendo.

Estoy sujeta a vos, querida audiencia. Y a vos, te gustaría ser protagonista? Entonces oíme, prestame atención en esto: Basta con escuchar.

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