20.4.12

Al maligno juego de la histeria ya lo había leido en los viejos libros, ya lo había escuchado por los pasillos de la universidad, ya se había quedado conmovida frente a el en un seminario, en un coloquio, en una expocisión.

Pero no fue hasta que lo vivió en carne roja propia, que pudo entender de qué se trataba. Es siempre igual, te contarán que el mar es helado pero no helarás hasta que te sumerjas. No fue en motivo de investigación que se acercó allí, fue tan solo buscando amor, y sin darse cuenta se encontró subiendo una escalera laaarga, de anchos escalones, sin barandilla siquiera, con vista al parque, a los animales, a la selva, al oceano, al desierto.

Subio casi apurada, al llegar arriba ya no le sobraba aliento, y el aire era más denso, y la humedad se había agotado. Sintió en los dedos agujas de vértigo, y al mirar abajo pensó en caer... Solo buscaba amor, solo llevaba una sonrisa, un abrazo, un corazón abierto de par en par con la puerta pintada de naranja y verde. Estaba en busca de lo naranja y verde que Charly le había contando en una canción. Solo eso, el gato, el jardín, los niños, si querían venir.

Hasta que el marfil se quebro como Grecia, y el polvo le quemó los ojos, y ya no pudo ver. Ni desierto ni oceano ni amor ni niños ni gato, solo caída libre al vacío. En caída libre, no soy libre, por favor perdona, su actitud.
Golpe en seco contra el suelo, una, dos, trescuartocinco, seis veces. Como pelotita de hule, como revovinar la cinta y volver atrás para volver luego delante. Cayó nomás, como sabía que caería desde el momento en que se vío subiendo a ese enorme altar.
Si era gusto de la histérica elevarla lejos para poder luego tirar el edificio abajo, pues entonces bien, ella con el mismo gusto subiría la escalera hasta el infinito precipicio.

Siempre fue difícil decirle te amo a alguien que no te ama de vuelta.. pero te prometo, me dijo, que yo nunca voy arrepentirme de amar.




Ah. Y no subo más.

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